viernes, 31 de agosto de 2007

Sordera

No niego que a veces me comporto como un bicho raro. Es frecuente que me encuentre absorta en mis pensamientos y de repente registre que alguien me está dirigiendo la palabra. Como no quiero que piense que no le estaba dando pelota asiento y mientras sigue explicando me divido en dos: una que pone cara de póker y trata de seguir la conversación con monosílabos y otra que se devana los sesos intentando saber de quién o qué cornos me están hablando. Y por qué no en una tercera que susurra en mi oído “Esto no me interesa en absoluto, no voy a destinar ni un milímetro de mi cerebro a almacenarlo, mejor seguir con lo que estaba”.
No hay peor sordo que el que no quiere oír.

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Oferta y demanda

Como terminar con el flagelo de la droga si cada vez más gente consume?
Yo vivo en un pueblito muy pequeño, somos menos de 10.000 hab., y por lo que sé cualquiera puede conseguirla muy fácilmente. Acá nos conocemos todos y esto sucede naturalmente, imaginate en grandes ciudades donde nadie se mete con nadie, donde ignoramos quiénes son nuestros vecinos y tampoco nos importa demasiado qué hacen o dejan de hacer.
Es triste ver que las autoridades participan del negocio, sancionando leyes inútiles, cultivando sus votos regándolos con pobreza y marginalidad, corrompiendo las fuerzas policiales y el mismísimo sistema judicial. Porque no me vas a decir que el mismo presidente, con sus ministritos de turno, ignoran lo que sucede. Y más imposible aún me resulta que no reclamen el diego que les corresponde por permitir el desarrollo del “negocio”.
Sin embargo, en mi opinión, no hay gobierno que pueda combatir narcotráfico, prostitución, pornografía infantil, y agregale todo lo que te parezca, si hay demanda. Creo que la persona que “inocentemente” se fuma un porro en su casa contribuye con el crecimiento desaforado de este cruel negocio (salvo que cultive sus propias plantitas de marihuana en casa y los fabrique artesanalmente para consumo propio). Cada pesito destinado a la compra de cualquier sustancia ofrecida por esta gente hace que cada día tengan más poder, más dinero disponible destinado a corromper, más vendedores ávidos de clientela (ya no importa si tenés dinero o no, si sos mujer u hombre, si estás embarazada o no, si sos un pibito de cuarto grado o si ya peinás canas), más muertos, más esclavos.
No vale de nada decirte que la “droga es mala, te puede matar” y bla bla bla. Antes de comprarte un raviol, una dosis de paco o un porrito (porque es lo mínimo que te podés comprar), pensalo. Date cuenta de lo que estás haciendo y luego hacete cargo. No te quejes de que te robaron el estéreo del auto o de que al kiosquero le dieron un tiro en la boca, seguramente una persona necesitaba desesperadamente drogarse y necesitaba dinero rápido, ya, no le importó nada más que eso.

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miércoles, 29 de agosto de 2007

Soronguitos

Debo ser la única persona que pisó un sorete dos veces en el mismo momento y lugar. La única que tuvo tan grata experiencia.
Como siempre salí de mi trabajo a las 17, ascensor, calle Paunero, enfilando hacia la placita Las Heras. Ya contaba con cierta antigüedad, con lo cual la gente de la cuadra me tenía vista (supongo).
Apuré el paso porque tenía que llegar a la facu.
Al llegar a la vereda de la veterinaria (cómo no vi semejante elemento) pisé algo blandito y (*) mi pie resbaló hacia delante, con la inercia subió y me fui hacia abajo. Como cuando en los dibujitos alguien se resbala con la cáscara de banana. Afortunadamente logré apoyar las manos y luego los pies, formando una especie de mesita con la panza para arriba.
Haciendo lo posible por esquivar el sorongo que yacía debajo, traté de pararme apoyando un talón, con tanta mala suerte que lo volví a pisar y repetí desde (*). Leerlo lleva un momento, en tiempo real sucedió en una milésima de segundo, mientras yo intentaba pasar lo más desapercibida posible. Miré hacia los cuatro costados cual Terminator buscando a Sarah Connor y no vi a nadie. Qué alivio!
Igual me enojé con el sorongo, me di vuelta y le dije unos cuantos insultos, como si fuera un ser viviente, qué se yo lo que cruzó mi mente luego de semejante papelón. Avergonzada, cachetes colorados, sudor frío por la espalda, seguí mi camino, doblé la esquina y continué como si nunca hubiese pasado nada.
Pero esto sucedió hace más de doce años y todavía no lo olvidé.

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Día de furia

Hoy me rebelé. En el baño del trabajo se me acabó el papel higiénico y no puse uno nuevo para que use la próxima usuaria.

martes, 28 de agosto de 2007

Perfumes

Qué agradable es ponerse perfume. Tengo varios en casa, algunos importados, otros no, la mayoría comprados por mí y otros regalados. Me duran años porque los uso poco. No me gusta oler mi propio perfume, me resulta empalagoso. Suelo ponérmelo en la nuca o detrás de las orejas, así es más difícil que llegue el vaho a mi nariz.
No hay nada más grasa que perfumarse de pies a cabeza, entrar a un determinado lugar y que a todo el mundo se le atragante el aroma de turno.
Y no hay nada más romántico que buscar el olorcito del ser amado en su cuello rodeándolo con un abrazo.

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Una simple sopapa

Hace unas dos o tres semanas que se encaprichó el agua en el lavatorio del baño. Independientemente del usuario o del horario, a los pocos segundos de abrir la canilla comenzaba a subir el nivel y había que cerrarla para evitar el desborde. Con mi marido nos turnamos con la sopapa pero no hubo caso. Qué porquería se atravesó en el caño nunca lo sabremos.
Ayer a la noche le lavé las manitos y la cara a mi hija y otra vez comenzó el asunto. Tomé la sopapa y con fuerza le di a la matraca hasta que en un punto se escuchó un ruido en la cañería y pum!, el agua bajó. Ya no se estancó más.
Qué cosa, yo sentí que en ese momento había un problema menos en mi vida. Fue un click.
Por temporadas me parece que se acumulan las complicaciones, se reproducen día a día, no me dan tiempo a solucionarlas. Armo una lista mental de cosas a resolver y empiezo de acuerdo con mis posibilidades, todos los días doy de baja una pero suben dos o tres, sigo así un tiempo, incluso pueden pasar algunos meses sin cambio alguno (cuesta arriba).
Hasta que de repente las fuerzas del universo hacen click y los problemas comienzan a retroceder, soluciono más de los que se generan, un poco más, otro poco más (cuesta abajo), y vuelta al equilibrio. Este sí que dura poco, es como un pequeño respiro entre tanta locura, una bocanada de aire limpio con olor a bosque.
Y anoche, con mi sopapa amiga, tuve la sensación de haber cambiado el rumbo a mi cuesta abajo.

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lunes, 27 de agosto de 2007

Curiosa

Una ilusión que tengo es poder transformarme en un ser invisible a voluntad. O bien en algún insecto de tamaño ínfimo que pueda volar.
Imaginate, podrías ver todo lo que quisieras, la gente sin la inhibición que causa tu presencia. Ni hablar de viajar a cualquier lugar del mundo gratis en cualquier medio de transporte, alojarte en los mejores hoteles, visitar los lugares más exclusivos sin pagar un sope.
Sentarte en la misma mesa en la que se trama el destino de miles de personas, verles por fin las caras en el momento en que toman la decisión de ofrecer o aceptar la coima, obtener las pruebas del delito.
Miles de cosas.
A vos qué se te ocurre que podrías hacer si fueras invisible?

viernes, 24 de agosto de 2007

Aburrimiento

Y siguiendo con este tema quisiera hacer una declaración: me aburre soberanamente la poesía. No la tolero. Salvo alguna otra de Gustavo Adolfo Becquer, Juana de Ibarbourou o de José Hernández en su Martín Fierro, por favor, fuera de mi vista.

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Definición

Cuando le preguntaron a mi hermana, aún niñita, qué era para ella el aburrimiento dijo: "Es como una desesperación tranquila".
Zas, eso es lo que siento ahora, viernes, media hora antes de salir corriendo del trabajo para casa.

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Mary, Mary, quite contrary.

Amiga, no recuerdo cuando te conocí. Creo que mi primer recuerdo se remonta a las épocas de salita celeste, donde con cuatro añitos charlábamos tomando mate cocido sentaditas con todos los demás. Como vivías en el campo faltabas de vez en cuando, aunque eso no afectó nuestra afinidad.
Durante los años de la primaria seguimos juntas, ya no vivías en el campo durante el año lectivo, pero sí durante los veranos. Allá iba yo con mi mochilita a pasar una o dos semanas, feliz. Compartíamos los días calurosos con tu familia, la cual con el tiempo fue como mi familia también. No solamente tus padres y hermanos, también tus abuelos, tíos, primos y primos segundos. Eran días de aire libre, agua pura, árboles sanos y enormes, arroyitos, caballos, perros, gallinas, nutrias, ovejas, cerdos, frutas y verduras al alcance de la mano, almuerzos y cenas preparados entre todos y cocinados en la cocina económica. Cuánto calor, cómo odiábamos la siesta que tu mamá nos obligaba a hacer y que calladitos aceptábamos.
Llegó la adolescencia y seguimos juntas, como siempre. Lo único que no compartíamos demasiado era el gusto por el deporte, a vos te iba muy bien y por mi no daban ni dos pesos. Igual eso a nosotras nunca nos importó. Asaltos, boliches, muchachitos por acá y allá, viajes a Buenos Aires solas a quedarnos en casa de mi abuela, despreocupadas.
Nos íbamos perfilando: vos, la simpática y charlatana; yo la tímida y reservada. El mate era nuestro compañero en los momentos de diálogo.
El viaje a Inglaterra y España, juntas de nuevo. Un mes de aventuras en el viejo mundo nos unió aún más.
Llegó el momento de mudarse a la Capital y comenzar la Universidad. El primer año vivimos juntas, el segundo vino tu hermano y te mudaste con él. Cosas sin importancia.
Conseguimos nuestro primer trabajito, nuestros primeros pesos. Mientras yo ahorraba la mitad de mi sueldo, vos gastabas el doble del tuyo. No me podías explicar en qué gastabas tanta plata (a mi criterio)!!
Seguimos progresando y te hicieron la propuesta del viaje a EEUU. Qué alegía, al fin tus esfuerzos daban sus frutos. Y yo de paso te visitaría aprovechando la oportunidad.
Ah, el amor también te llegó, y te retuvo.
Nos vemos dos o tres veces por año cuando venís por estos lares. Pero no es lo mismo estar con vos tironeada de los cuatro costados por los parientes que te quieren disfrutar; no es lo mismo por más que querramos que sí.
Tu vida cambia, crece, gira, va y viene. Y yo acá pienso que me voy hundiendo un poco cada día, pero lucho, sigo adelante, comparto mi vida con otras amigas que quedan, sabiendo que ninguna podrá llenar este vacío gigante que dejaste.

Mary Mary quite contrary,
How does your garden grow?
With silver bells and cockle shells
And pretty maids all in a row

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jueves, 23 de agosto de 2007

Archivos de mi alma

Esto te va a resultar bizarro, luego de 12 putos años de silencio, no? Creo que nunca debes haberte imaginado el desastre que dejaste atrás, el dolor, las pesadillas, la destrucción del amor propio que yo supe
tener, la eliminación de todo rastro de pasión o felicidad que en su momento creaste de la nada.
Es cierto que también yo fui cobarde, no enfrente la situación como era debido, protestando, defendiéndome o sencillamente preguntando por qué. Solo pensé que no te lo merecías, que yo debía sufrir sola, sin compartir nada, con la esperanza de que todo eso se esfumaría con el tiempo (con quién iba a hablarlo, con tu hermana?). Cuando me di cuenta ya era tarde, nunca más pude hablar con vos para explicarte, o desahogarme yo al menos, porque me borraron de un plumazo. Toda la confianza que te tenía desapareció, pero la humillación creció más y más y más, ya no la pude controlar.
Hice lo que pude, no me canso de decirlo. De tener todo, de estar en la cima, caí rápidamente y toque fondo, tan hondo que al día de hoy no he logrado salir. Nada nunca compenso mi tristeza, nada me hizo olvidar como me habían cagado, ambos. Hoy no me considero una persona fuerte, mi debilidad es extrema. Tanto perdí que tengo mucho miedo de volver a perder, aunque sé al menos que peor no voy a estar.
Aparte me siento culpable por lo que siento hacia ustedes, de esas náuseas que ella me provoca. Qué más quisiera yo que no sentir nada de esto? Daría todo por volver el tiempo atrás y poder elegir un camino diferente...Aunque me perdería de conocer el paraíso también.
Me considero una anciana en un cuerpo de 30 años, ya no tengo ilusiones ni sueños de grandeza. Con el tiempo dejé de sentir hasta el miedo a la muerte, aunque no el miedo al sufrimiento (porque ya lo conozco tan bien).
Tengo claro que no estoy enamorada de vos ahora, es más, a veces luego de cruzar unas palabras con vos pienso "Con esta persona yo no podría estar, como es que me hizo temblar tantas veces?"...
Estoy convencida de que vos nunca, nunca, nunca, nunca fuiste consciente de cuanto te amé, eso me mata.

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viernes, 17 de agosto de 2007

Mucha, Alphonse Maria




Qué estupendos cuadros pintaba Alphonse Mucha, divinos colores, preciosas mujeres envueltas en complicados vestidos y con guirnaldas de flores, delineadas por gruesos contornos. Me hacen acordar a los vitreaux que hay en la casa que era de mi abuela paterna. Junto con mi admirado Vincent Van Gogh confieso que estos hombres logran hipnotizarme con sus cuadros.

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Dolor

Yo conocía la muerte, sabía que andaba rondando por ahí. Había perdido a mi abuela, mi abuelo y a varios animalitos. Yo sabía que podía pasar y sin embargo cuando rezaba, le pedía a Dios que por favor protegiera a mi familia.

Ese domingo me acuerdo que estuvimos en la clínica visitando a mi abuela, con mi hermana y mamá. A la hora de siempre me fui a tomar el tren y no le di un beso, no sé por qué, una no daba importancia a esas cosas. En el tren me acordé de eso, por qué no la saludé, bueno, será la próxima. Esa fue la última vez que la vi con vida.

El lunes fui a la facu a las 7, luego a trabajar a las 10, y de repente un llamado de mi papá por teléfono me dice que “Mamá se descompuso”. Yo me di cuenta de que algo malo pasaba y se ve que alcé la voz para preguntarle “Mamá o la abuela? Qué mamá? Qué le pasó?”. En segundos se acercó mi jefe, lo supe más tarde porque todavía mi cerebro estaba procesando lo que oía. El mundo daba vueltas, la palabra NO retumbaba en mi cabeza. Ni llorar podía. “Pero se murió? Decime la verdad!! Qué pasó!” “Y, sí, de un paro cardíaco se murió, hice lo que pude pero no”. Claro, mi papá es médico, estaba con ella justo en ese momento y hasta una traqueotomía le hizo, nada funcionó.

A mí me llevó un amigo de papá en auto hasta allá, fue un viaje de horas eternas.
Cuando llegué a casa la busqué, la llamé. “Qué broma de mal gusto, papi”.
La vi, no podía creer lo hermosa que estaba, y me quedé con ella hasta que se la llevaron. Adiós mami, gracias por todo lo que nos diste.

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jueves, 16 de agosto de 2007

Soy así

Tengo varias costumbres y manías, algunas muy cómicas y otras no tanto, pero las “necesito” tanto o más que el aire que respiro.

Cuando cambian las estaciones del año mi alergia brota como las flores en primavera y provoca que me rasque la garganta y la nariz a la vez, es una picazón insoportable y un espectáculo imperdible. Me he encontrado con gente que también lo hace y la reacción es la misma: “Ay, vos también te rascás la garganta!! Por fin alguien que no me mira como si fuera un mono salvaje!!”. El que no se rasca la garganta no entiende de qué se trata.
En casa prendo las luces necesarias y nada más que esas, si veo alguna que no corresponde corro a apagarla. Lo mismo en casa ajena y en el trabajo, no me va el desperdicio de electricidad.
Toda la comida que sobra en mi casa va a parar al freezer, después veré cómo se puede aprovechar. De última va para las perras, pero no tiramos nada!!
Las toallas DEBEN estar dobladas como corresponde y en el toallero que le corresponde.
Las canillas DEBEN estar bien cerradas, sin la más mínima pérdida de agua.
Al comer hago lo mismo que el personaje de Barbra Streissand en la peli The mirror has two faces, cargo el tenedor lo más equilibradamente posible y después ÑAM!!
En mi casa no existe la ropa tirada en el piso.
En mi escritorio no existen los papeles desordenados.
Me gusta pasar la aspiradora por todos los rincones de la casa de vez en cuando, así me quedo más tranquila.
Cuando alguien tose cerca de mí aguanto la respiración durante algunos segundos (a esta costumbre me la contagió un ex novio, más maniático que yo…).
No soporto el cigarrillo, ni su olor, ni el humo, ni las cenizas, ni las colillas, ni nada que remotamente se le parezca. Nunca probé ni probaré ni nada porque lo odio, y, si bien entiendo a la gente que no puede dejarlo aunque quiera, no comprendo por qué alguna vez se les cruzó por la cabeza que debían probarlo. Lo lamento pero nunca lo entendí, y eso que mis padres y hermanos fuman bastante, a veces hasta tenía que levantarme de la mesa para no respirar el humo. Uf.
Me molestan mucho los pelitos que me crecen alrededor de la frente y se me vienen a la cara porque no hay manera de sujetarlos. Me hacen picar!!
Me gustan los besos con gusto a menta.
Lo primero que hago al mirarme al espejo es apretarme la cara.
Si algún anillo me aprieta un poquito, me lo saco inmediatamente. Aunque sea la alianza matrimonial (durante mi embarazo voló).
No uso aros colgantes porque me hacen doler las orejas.
Es muy raro que camine por el centro de la vereda, en general voy por las orillas.
Odio pisar baldosas flojas, pero siempre se las arreglan para ubicarse debajo de mis pies.
Me molesta el pelo mojado por la lluvia o al salir de la pileta. Es indomable.
Las uñas, cortas por favor.
Los dientes, limpios por favor.
No voy a la peluquería porque no me gusta que me toquen el pelo.
Me pone de malhumor la gente que en vez de llamarme me da golpecitos con el dedo índice en los hombros o la espalda. Noooooo me toques por favor, me enfurece, mejor decí mi nombre que escucho perfectamente.
Me revienta que toda la gente le dé porquerías a mi hija para que coma, por qué?

Más de uno pensará que soy insoportable, pero no es así. Muy poca gente sabe que tengo estas costumbres y manías, vivo mi vida tranquila y silenciosamente exigiéndome respeto hacia los demás, aunque en mi interior hay un rebelde way torbellino.

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miércoles, 15 de agosto de 2007

Deja vu

En la ducha de la casa de mis padres, otoño-invierno, entre las 18.30 y las 19.00, mirando el cielo color azul francia por la ventanita y sintiendo el agua caliente en la espalda. Y esa sensación de tristeza, melancolía… Por qué me quedó grabado ese momento? Y lo viví varias veces, y en cada una recordé que ya me había pasado antes.
Soñar con mi mamá vampiro sosteniendo a mi hermanita en brazos, verla a través de las persianas americanas de su propio dormitorio, ella mirándome con los ojos verdes encendidos (como los del Increíble Hulk) y yo gritando sin voz. Estoy segura de haberlo soñado varias veces y al despertarme recordar que ya me había pasado antes.
Mirar una foto mía tomada aproximadamente a mis tres años de edad, en la que alguien me sostiene en alto en el patio de la casa de mi tía postiza, con la hiedra de fondo, y sentir que me acuerdo de ese momento, aunque no sé si es el recuerdo verdadero o el recuerdo provocado por haber visto esa foto miles de veces.
En el pasillo del departamento de mi tío en San Telmo, el olor del desodorante de ambientes, parecen flores o frutas o qué. Ya lo había olido antes, pero dónde? A esto ya lo viví, estoy segura.

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Imposible

Cuándo llegará el día en que yo admire al gobierno de turno?
O que lo entienda al menos?

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martes, 14 de agosto de 2007

Espirales negros

Hay días en los que mi ser sucumbe ante alguna imagen televisiva, artículo periodístico, o historia comentada por alguien que se me cruza. Saber que existe el maltrato, el puro placer de hacer sufrir, en todas sus formas, físico o verbal, evidente o no, hacia personas o animales, me carcome viva, me tortura, me hace ver imágenes en mi mente una y otra vez, y de a poco me sumerjo en espirales negros que duran, persisten, duelen en mi intimidad, hasta que deciden que ya es suficiente y se van.
De esto no se entera nadie, a veces si lloro le cuento a mi marido, aunque no sé si realmente entiende este proceso. Creo que piensa “bueno, vio algo feo y se puso mal”, pero no es así, ojalá fuera así de sencillo. Tampoco me dan ganas de ir explicando por la vida lo que me sucede por dentro.
Hay situaciones que sí puedo evitar, por ejemplo cuando miro televisión, pero hay otras en que me toman por sorpresa, con algún comentario, y es ahí cuando comienza todo de nuevo. No lo puedo evitar, me pongo en el lugar del ser agredido, de la niña violada, del animal quemado, del prisionero torturado, del hijo golpeado, del anciano enfermo, del pájaro enjaulado, del bebé asfixiado, del comerciante acribillado y del asesino preso. Sin querer me imagino sus vivencias, sus dolores, sus padecimientos, y secretamente pido que a mi familia nunca le pase algo de eso y agradezco que hasta ahora haya sido así. Aunque esté trabajando, en un consultorio, restaurante, en la calle, con gente o sola, no es preciso derramar lágrimas enseguida, ya vendrán a visitarme más tarde.. Por fuera tengo mi careta bien puesta y por adentro me atraviesa un espiral negro.

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El juego del desconfío

Siempre fui bastante ingenua en todos los ámbitos de mi vida, y con todos los espejitos de colores que conseguí me armé una coraza de desconfianza que uso cada vez más.

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lunes, 13 de agosto de 2007

Nuestro zoo

Creo que ya mencioné que en mi casa siempre hubo perras, pero omití decir que no solo perras, sino todo tipo de bichos. A mamá y papá siempre les gustaron y yo heredé ese rasgo, no así mis hermanos. Mi papá se encargaba de hacer la colecta y mi mamá del mantenimiento. Así es que mi casa alojaba varias especies, por temporadas el surtido era considerable y en algunas oportunidades interactuaban naturalmente (aunque no como lo hubieran hecho en la naturaleza, valga la redundancia). La lechuza protegía con sus alas al conejo en su jaula, a la cual él ingresaba por un pequeño agujero en un costado. El carancho tomaba su hueso con carne de la mano de papá mientras las perras le daban vueltas alrededor sin animarse a robárselo. Cuando se le acercaban las perras, el conejo daba patadas en el piso para asustarlas.
Por aquellas épocas desfilaron, además de los ya mencionados, el hurón, la nutria, el peludo, las palomas, los canarios, las cotorras, los hamsters, los chanchitos de indias, los peces y demás.
También los cachorritos de una de las perras, concebidos cuando un perro vecino saltó el tapial en “uno de esos días”. Quedaron cuatro machitos, divinos, que para mamá eran como hijos y para mí como hermanitos. Cuando llegó el momento de elegirles el nombre, mamá los bautizó: Hipólito, Protasio, Ceferino y Saturnino.
No duraron mucho en casa porque fueron regalados pero hicieron nuestros días muy felices.

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viernes, 10 de agosto de 2007

Algunas de las frases que escupe Sisi en una sola hora

Aclaración: no trates de buscarle sentido, tienen vida propia.

"A mí me gusta más Carlitos, no es como ellos no… Es más cariñoso, más…
Hoy hubiese cumplido años H, a ver cuántos?, 59 años iba a tener hoy, qué joven murió, parecía mucho más que tuviera viste? La verdad, nunca me hubiese imaginado tantas cosas…
El de los trapos no vino eh, no sé si te diste cuenta, lo critica a Hugo pero él…
En otttubre hay elesssiones no?, a presidente, irá a ganar esa mujer? Irá a ganar? Que decís vo?
Ves, andan robando los metales…
La señora me miraba con cara de seria, habrá dicho esta loca que le estará diciendo a mi marido.
A mí me gusta calentarme el culo (cerca de la estufa).
Buenoooo, hoy voy a comer raviolitos, después te digo si estaban ricos, si estaban feos…
Ayer estuvo Montaner con Susana Giménez, el hijo es igual, igual, iggggual. Estaba el loco de los MIRACHI, ese que se llama Miguel y lo imita igual, igual, igual, dos gotas de agua son los dos.
Es aburrido el negro Oro este, a vos te gusta? (de fondo se oye a Oro cantando una cancion de Denis)
Ahhhhhhh, te sacaste el ESCHARPITO, tenés calor eeeeh?
Como estará Pelusa poniéndose en remojo para mañana, deben estar mantoniando (?) todos para mañana...
Me voy a hacer un tecito porque sino la chica esta...
Bueno, ya es la hora casi, voy a levantar campamento, voy cerrando el boliche..."

Y yo de repente sentí que mi cerebro se atrofió unos milímetros más.

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Beethoven o planchar con onda

Me gusta hacer las tareas domésticas por mí misma y mantener mi casa siempre limpia y prolija, cosa que no siempre logro. Cuando vivía en Buenos Aires todo era mucho más fácil porque el departamento era más pequeño y no tenía a mi hija aún.
Siempre odié planchar. Es algo que me aburre terriblemente, no me sale bien, siempre se me mancha la superficie de la plancha, aunque sea seca o de vapor. En verano me da calor, en invierno me da fiaca, no se puede tomar mate ni mirar tele a la vez. Por lo tanto, hace tiempo determiné que en mi casa no se plancha nada más que “lo indispensable”: ni sábanas ni toallas ni jeans ni remeras, por citar algunos ítems.
Desde que me casé, las camisas de mi marido pasaron a ser “lo indispensable”. No hay manera de zafar porque para trabajar las tiene que usar y deben estar impecables. Todos sabemos como queda una camisa después de un buen lavado en lavarropas: hecha bolsa.
Ante lo inevitable yo encontré mi forma de hacer del planchado una tarea tolerable, escuchar mientras tanto la novena sinfonía de Beethoven. No pidan explicaciones, sencillamente pongo ese cd y agarro la plancha con buena predisposición. Bueno, en realidad, nunca planché más de tres o cuatro camisas por tanda, pero lo hice con buena onda.

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jueves, 9 de agosto de 2007

Cita a ciegas (con semáforo incluido)

Hace algunos años, después de un largo tiempo de “soltería”, decidí tomar el toro por las astas y preguntar a mis amigos si tenían alguna persona para presentarme, alguien “soltero” que quisiera salir conmigo a tomar algo en otras palabras. Un matrimonio amigo del trabajo se prendió y le pasó mi teléfono a un amigo (luz verde). Resulta que este pibe era amigo de mi amigo desde hacía tiempo, habían cursado juntos Ingeniería en la UTN y el posgrado en el CEMA y habían recorrido el sur argentino con un grupo de amigos durante un mes (luz verde), entre otras cosas. Según mi amiga era un poco mujeriego, o bien no quería compromisos (luz roja).
Días después me dejó un mensaje en casa y la voz me encantó (luz verde). Yo lo llamé luego y quedamos en salir una noche a cenar por el Bs.As.Design. Estaba bastante ilusionada, quería conocerlo y saber más de él, pintaba como un buen candidato. No digo tener una relación seria de entrada, aunque sí aspiraba a cierta continuidad.
Cuando llegó el momento no encontraba ropa que ponerme, me sentía muy insegura, con una especie de arrepentimiento “por qué me metí en esto?”, me daba no se qué quedar mal con mi amigo. Y sonó el timbre y salí nomás.
El pibe era bastante lindo físicamente (luz verde), su conversación era entretenida, no era para nada hueco (otra luz verde). Me llevó a un restaurant ni muy caro ni muy barato, con onda (luz verde).
La charla fue amable y todo pero yo me daba cuenta de que algo no iba (luz amarilla). No sé explicarlo con palabras, sin embargo yo sentía que no le interesaba en absoluto, como una desilusión contenida, como una sensación de estar perdiendo el tiempo con alguien que me interesaba pero que no sentía ni un ápice de atracción por mí (luz amarilla).
En un momento me dijo: “Voy al water y vengo” (luz amarilla). Se fue por detrás de mí y no volvió por un rato laaaargo. Para mí fue una eternidad (luz roja). No sabía si mirar para atrás o irme o disimular, qué situación horrible. Un golpe bajo a mi autoestima, eso fue, no sé qué me imaginé que pasaría, pero nunca semejante gesto de mala educación. Desapareció.
Cuando volvió me dijo que se había encontrado con un amigo en otra mesa y que se había quedado charlando un rato (luz recontraroja). "Imbécil, qué te creés que soy, un florero? Llevame a casa", pensaba yo.
Fingí un rato más que estaba todo bien hasta que nos fuimos. Subimos al auto y me depositó en la puerta de mi casa diciendo: “Nos hablamos” (luz recontraroja), “Dale”, dije yo. Besito en la mejilla de compromiso y cada uno por su lado.
Al final creo que coincidimos en algo: la cita terminó con ambos maldiciendo a nuestro amigo por lo bajo.

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miércoles, 8 de agosto de 2007

Cosas que me gustan mucho

El mate calentito que me trae mi esposo los fines de semana por la mañana, aunque más me gustaría con unas facturitas de grasa.
Manejar el auto cuando está recién lavado, lo cual sucede dos veces al año aproximadamente. Qué placer mirar por los cuatro costados teniendo los vidrios limpios (aclaro que acá hay muchas calles de tierra y la limpieza no le dura nada).
En primavera, caminar por el pasto de mi jardín con mi hija, tirándole la pelotita a las perras.
Cortar flores frescas del jardín y ponerlas en el baño o en mi mesa de luz. Si tienen rico olor mucho mejor, perfuman el ambiente.
En invierno, sentarme a tejer frente a la chimenea y tomar mate con cosas ricas. Puede ser con pan casero recién hecho por mí, alguna torta de chicharrón, tortas fritas o facturas (aclaro que no tengo problemas de peso y no como nada diet).
Cuando hace frío, bañarme con agua bien caliente, usando algún jabón con rica fragancia.
Armar rompecabezas con tranquilidad.
Andar en bici por el campo con mi marido y mi hija. Mostrarle las vacas, caballos y ovejas que andan por ahí.
Decorar mi casa con mis propias manos, desde objetos de cerámica hasta tapices.
Escuchar la música que me gusta y cantarla (no canto muy bien pero tengo buen oído).
Usar mi cabeza para pensar y resolver.

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martes, 7 de agosto de 2007

Seré un cadáver sabio al menos?

Comencé a estudiar a los 5 años, en primer grado. Paralelamente tomaba clases de dibujo en la esquina de mi casa, copiando las "muestras" que me daban en papel. En segundo grado empecé inglés, lo cual detesté hasta los 15, momento en que finalicé la primera etapa. Lo que seguía era el First Certificate pero ni loca me comprometía con eso. En mis años de secundario hice un cursito de Dactilografía, lo cual me permitió aprender a escribir sin mirar el teclado y a una velocidad considerable. En quinto año me inscribí en UBA XXI y dí una materia a distancia. Al cumplir 18 años me mudé a Buenos Aires para continuar mis estudios en la Universidad (UBA), los cuales incluían un año de CBC como para filtrar vagos. Un año después conseguí un laburo afín a la carrera que me permitía estudiar mientras trabajaba y tener libres los fines de semana (aunque no los previos a parciales). Un año más tarde falleció mi mamá y el mundo se vino abajo en un segundo, pero fiel a mi costumbre seguí estudiando y no boché ninguna materia (bueno, en realidad nunca boché una materia, solo 2 parciales en las dos carreras). De vez en cuando hacía algún cursito de computación, materia nueva por aquellos años, aunque trabajando aprendía mucho más. Finalicé la carrera con un promedio nada despreciable de 6 y pico, que no reflejaba en absoluto la dedicación y esfuerzo que le puse. En el último cuatrimestre tomé la decisión de cursar dos años más y obtener un segundo título. Con la "ventaja" de haber sido despedida de mi primer laburo y teniendo tiempo extra para adelantar materias. Un año más y conseguí un trabajo mejor donde duré cuatro añitos, con ataques de pánico incluídos que me obligaron a gozar una licencia por enfermedad de dos meses y a tomar algunas pastillas dopantes. Si bien fui ascendida varias veces, también fui despedida junto con varios miembros del plantel. Digamos que ahí paré por un momento y qué ví? Una tarambana que estudió toda su vida para obtener un trabajo bien remunerado, con perspectiva internacional, que me permitiera viajar, conocer gente, hacer carrera, ahorrar unos mangos y todo eso. Una pobre diabla que no lo logró y que bajó los brazos porque no pudo enfrentar muchas situaciones en que la vida la colocó.
(Aclaro que conozco gente con ese tipo de puestos que vive chocha de la vida y que no "estudió" tanto como yo).
No estudié más y roté por dos o tres laburos más hasta que nació mi hija y me mudé nuevamente a mi ciudad de origen. Volví a fojas cero, con la sensación de haber perdido tiempo en boludeces, de haber visto pasar el tren y no haberme subido.
Cuando pienso en mi futuro me veo con empresa propia, no sé por qué si todavía no dilucidé hacia qué dirección estoy yendo.

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lunes, 6 de agosto de 2007

Cállate, cállate, cállate que me desesperas!!

Sisi, mi compañera de trabajo, tiene la maldita costumbre de repetir todo tres veces. Por ejemplo, si está haciendo una conciliación y no le sale dice “Ay, no me dddddda, no me ddddddda, no me dddddda” y cuando le sale dice “Iupiiiiiiiiii, me ddddddio, me dddddddio, me ddddddio”.
Ni te cuento cuando me cuenta lo que hace o va a hacer, “Me voy a hacer mi tecito, me voy a hacer mi tecito, me voy a hacer mi tecito” o “Voy al baño, voy al baño, voy al baño” o “El día esta horrible, horrible, horrible” o “Atchissss, atchissss, atchisss, ay Diosssss!”.
Hoy es un dia con demasiadas frases triplicadas, con la radio AM a todo volumen, para ser un lunes ya me colmé. Diosss mío, vos sabés que amo el silencio, por qué tuve que venir a parar acá?.
Otra cosa que le apasiona es contarme sus males físicos, cualesquiera que éstos sean, y si se trata de algo que se pueda tocar (llámese caspa o quemaduras o granos) o mirar (llámese moretón) le encanta que yo toque o mire en primer plano. Me agarra la mano y la coloca en el sitio afectado o se me acerca lo más que puede para que yo vea bien el asunto. Diosss mío, vos sabés que odio tocar gente y ser tocada, por qué tuve que venir a parar acá?.

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viernes, 3 de agosto de 2007

Mi vecina es una diosa

Mi vecina es una diosa, pero diosa diosa, no solamente de las que son lindas y se creen lindas, sino que a nivel pueblo es considerada la más linda, desde que tengo uso de razón.
Sinceramente su cara es muuuuy linda, su cuerpo también, aunque como todas las que pasamos los treinta y algún embarazo mejor no mirarlo de cerca. Ella se da cuenta y mientras se pasea por la pileta se pone unos bellos pareos o shorts que tapan la cola y caderas. Es obvio que no quiere que le vean esa parte, es su punto débil.
Nunca la vas a ver sin sus anteojos negros, jamás se los saca. Y con razón: una vez la vi de cerca sin ellos y tiene unas patas de gallo bárbaras. Eso si, desde septiembre hasta marzo se pasa el día entero tomando sol, horas y horas de rayos ultravioletas. Así consigue un bronceado espectacular, parejo, duradero y muy sentador. Cómo hace para que no le quede la marca de los anteojos en la cara no lo sé.
Tiene un trabajito administrativo por las mañanas en la oficina de su cuñado, al cual va vestida como voy yo a un casamiento. No sé si la ropa es buena, pero de lejos se ve espléndida. Nunca una mancha, nunca un accesorio fuera de lugar, nunca un tropezón con esos tacos, aunque entre y salga de la casa y el auto cien veces en el día (nuestra calle es de tierra).
De vez en cuando se la ve barriendo el garage, pasando el plumero a los postigos o limpiando vidrios, sin embargo no veo que adecue su vestimenta a dichas tareas, sigue de punta en blanco. Supongo que muchas actuarían de forma similar con la ayuda de sus dos empleadas domésticas.
Sumen a eso una personalidad carismática. Resultado: irresistible.
Aclaro: esto es lo que se ve de afuera, de ningún modo tengo acceso a su intimidad.
En ese aspecto mi vida es totalmente opuesta. Ya ni me acuerdo cuándo compré la ropa que uso, no voy a la peluquería, no voy a la manicura ni pedicura ni depiladora, si tengo que limpiar la casa uso ropa adecuada porque siempre me ensucio o la rompo, al subir y bajar del auto me mancho los pantalones con tierra, lo mismo si me saltan mis perras. Ni hablar del trabajo: 9 horas por día en la oficina, vestida con lo primero que encuentro en el ropero. Recibo ayuda de una sola empleada doméstica que viene por las tardes a cuidar a mi chiquita y que limpia mientras la nena duerme (si no es que falta por hache o por be).
No tengo tiempo ni de ponerme a pensar en mi apariencia, ni me importa, total quién corno me mira? Qué me importa incluso que me miren y piensen “qué mal se viste” o “podría vestirse mejor”? Vale la pena vivir como diosa? Está bueno llamar la atención con la apariencia física? Qué se siente al sentirse aceptado u observado por todo el mundo?
Antes de ayer la ví a ella caminando por la calle y a la vez miré mi reflejo en el espejito del auto, no pude evitar la comparación... Y salí perdiendo.

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jueves, 2 de agosto de 2007

Andy y sus dientes partidos

Mi infancia transcurrió muy felizmente en un pueblito del interior de la provincia de Buenos Aires. Se podía jugar en la calle sin problemas, a cualquier hora. Yo prefería la bici y los patines, aunque trepar árboles era mi pasatiempo favorito: primero los observaba y calculaba por donde subir mas fácil y rápidamente, después me trepaba y me quedaba arriba jugando por un rato.
Siempre hubo perras en mi casa, y yo compartía con ellas muchos de mis juegos. Un día se nos ocurrió a mi compañera de andanzas (Andy) y a mí, que podíamos utilizar una de las perras como caballito de tiro. Nos calzamos los patines y le atamos una soga del collar. Preparamos un palito con un pedacito de carne y, como en los dibujitos, se lo pusimos adelante para que corriera con alguna de nosotras aferrada a la soga por detrás. Era muy divertido para la perra y para nosotras, con toda la calle libre para acelerar.
En una de las tantas carreras, a Andy se le trabó una ruedita de patín en uno de los agujeritos del asfalto, con tanta mala suerte que cayó de boca al piso y se quebró los dos dientes de arriba. Así, en un segundo, paf!, perdió la mitad de ambos. Cuando se dio cuenta salió corriendo para su casa, llorando desesperada. Yo me quede ahí con la perra sin saber que hacer, como estatua. No podía creer lo que le había pasado. Despacito me acerqué al asfalto y junte las dos mitades de dientes, las guarde hasta el otro día y se las devolví un poco avergonzada.
Desde ese día luce dos fundas y una sonrisa que las trata de esconder.

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miércoles, 1 de agosto de 2007

La frase de mi tía

Cuando estaba en quinto año me quedé unos días en casa de mi tía (que es profesora) con el fin de prepararme para dar unos exámenes de UBA XXI. Mi prima (que tiene mi misma edad) no estaba, entonces me tocó dormir en su pieza.
Una de las cosas que me llamó la atención fue el diario íntimo que estaba apoyado sobre una mesita de luz. Lo abrí y leí unas hojas, por curiosidad, quería ver si se parecía al mío o qué. Para mi sorpresa, en uno de los relatos apareció una frase que me quedó grabada a fuego y a la cual me remito de vez en cuando. Es la síntesis de todos mis actos, o la que pretendo que sea.
En fin, no me acuerdo bien como venía la mano, pero finalizaba diciendo algo así como “mamá se fue murmurando ‘NO HAGAN NADA QUE LAS PERJUDIQUE’ “.

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