viernes, 22 de agosto de 2008

La ira

Leyendo este post de C me puse a pensar en los frecuentes ataques de ira que sufro. Por pavadas, en general.
Cuando puedo cuento hasta diez y espero que se me pasen. Cuando no, lo más probable es que me descargue con un portazo (cualquier puerta me viene bien: heladeras, alacenas, habitaciones, placards), gritando alguna "mala palabra" o tirando algún objeto por el aire, por ejemplo los juguetes que tengo que levantar del piso por enésima vez.
Esto no es nuevo. En mi adolescencia solía "calentarme" bastante con mis hermanos y gritando algo fuerte daba un portazo.
Cuando me fui a vivir a Buenos Aires la cosa cambió. Supongo que el cambio de vida me calmó y pensé que no iba a sufrirlos más. En vez de ataques de ira experimenté ataques de pánico, que son peores.
En mis épocas doradas de yoga los evité a ambos, sin embargo me sentía más depresiva que otra cosa, o tal vez empecé yoga para calmar los ataques de pánico. Qué se yo por qué mis reacciones son tan negativas, qué tengo en los genes.
Por qué no hay cosa que me venga bien.
Por qué todavía no sé qué es lo que realmente me gusta hacer en esta vida.
Por qué no me conozco.
Por qué tengo "dormidos" los buenos sentimientos y despiertos los malos.

Etiquetas: , , ,

Otra frase de mi tía

Todos los bebés lloran, ya lo sé. A nadie le gusta escucharlos, también lo sé.
En esos momentos en que interrumpen su llanto y pareciera que se calmaron me acuerdo de otra frase que decía mi querida tía: "Que no llore, que no llore, por favor, que no llore".

Etiquetas:

Qué pasó con el cuarto ?

Los veo bastante seguido, me refiero al cuarto, su amada esposa e hijos.
Después del nacimiento de la bebé, ella le dijo a mi marido que vendrían a casa a traernos un regalito. Entonces una tarde en que los vimos pasar por la vereda de casa mi marido los invitó a pasar. Estuvieron un rato charlando con nosotros, les mostramos la casa y se fueron.
En otra ocasión invité a sus hijitos a la fiestita de cumpleaños de mi hija más grande y vinieron con la mamá.
Días después ella volvió a casa con la invitación para el cumple de su hijito, al que fui con mi hija y un taper, porque casualmente fue su primer cumple con dieta. Ella tuvo la delicadeza de preguntarme qué cosas podía comer y qué no, y le compró los caramelos y chupetines que yo le dije. Todo bien, aunque no pude dejar de sentirme un poco incómoda en el momento en que el nene sopló las velitas y ellos dos se acomodaron detrás.
Ella varias veces ha invitado a mi hija a ir a jugar a su casa, nos ha dicho tanto a mi marido como a mí. A mí me interesa ir pero siento que necesito una excusa, no me animo a caer espontáneamente y decirle "Hola, vengo a visitarte para charlar un rato y de paso traigo a la chiquita a jugar".
Otro día vino a traerme una dirección de un sitio de internet que vende productos para celíacos y a decirme que su marido había visto varios de dichos productos en una cadena de supermercados.
Qué querés que te diga. Todo ha fluído naturalmente. En este pueblo tan chato y pequeño sería interesante para mí poder relacionarme con ellos porque son de mi confianza, viven cerca, tienen un nivel intelectual similar al nuestro, los chicos son de la misma edad... Por otro lado pienso en todos estos años en que estuvimos distanciados, puede ser que de un día para otro, al menos yo, se pueda hacer borrón y cuenta nueva? Vale la pena esforzarse?

Etiquetas: , ,

miércoles, 13 de agosto de 2008

Muchas nueces, poco sueño

Hoy estoy escribiendo desde casa. Me prestaron una laptop y capto la internet inalámbrica de mi vecino, no es genial?
A las 6.30 llevé a mi marido a trabajar, me bañé, las chicas duermen hasta dentro de pocos minutos y yo estoy tomando unos mates acá en el comedor de casa. No tengo muchos momentos libres y tranquilos como este.
Siempre me gustó dormir bien. Si no lo hago, mi humor es de los peores y la liga el que tengo al lado. No lo puedo evitar, y como corresponde, después de enojarme con alguien (incluso conmigo misma) siento culpa.
Siento culpa por no haberme dado cuenta de que mi hija mayor tenía bajo peso. Cuando alguien mencionaba el asunto yo me enojaba y pensaba que iba a ser flaquita como yo. Solamente cuando el pediatra me confirmó que así era me cayó la ficha.
Siento culpa cuando la reto, cuando es sin razón, cuando la que está nerviosa soy yo. A veces pienso en los días en que mi mamá estaba chinchuda, enseguida nos dábamos cuenta y ya sabíamos que al menos en ese momento no había que jorobar. Y a mí no me quedó ningún trauma, es más, daría cualquier cosa por volver a vivir aunque fuera un minuto con mi mamá al lado.
Siento culpa cuando llega el momento y en vez de estar con mi marido prefiero dormir, caer en la cama y cerrar los ojos en paz. Necesito descansar.
Siento culpa cuando llora la bebé por la madrugada habiendo comido minutos antes y yo maldigo el momento. No entiendo por qué llora y me desespero, quisiera poder calmar ese llanto en el momento y no puedo aunque soy la madre. Y es que los bebés son así, pero también las madres somos así. Nos tenemos que preocupar, nos tenemos que cuestionar cada cosa que hacemos por y para ellos, porque en el fondo lo que nos mueve es un amor tan inmenso que no podemos medirlo.
Y encima los sentimientos de las puérperas son más que intensos, los buenos y los malos.
Así estamos, con el corazón a full y el cuerpo que por momentos no da más.
Y en mi cabeza la idea de que este momento es único. Que la vida es una sola y que no voy a poder estar con mis pichonas por toda la eternidad. Sé que en algún momento este vínculo se va a transformar en otra cosa, desconocida, que nadie puede imaginar porque nadie nos ha podido contar el cuento. Qué manera de llorar, por Dios. Qué impotencia que siento.

Etiquetas: , , ,

A la hora señalada

Desde hace unos cuantos meses, por las noches cuando entro al dormitorio para empezar con la ceremonia previa al sueño, miro el despertador y marca 22:22.
Muchas veces. Ya me convencí, tengo que jugarle a la quiniela.

Etiquetas: