jueves, 11 de octubre de 2007

Un pequeño malentendido

Años atrás, en plena convertibilidad, fuimos con mi marido a Nueva York a pasar unos días para luego ir a visitar a mi amiga, que vivía en Miami. Ella nos había reservado un departamento desde allá, a través de una página de Internet que yo le había pasado. La idea era tener un baño privado y habitación pero por un precio menor, ya que los hoteles disponibles eran más caros.
No eran mis mejores días ya que hacía poco que había salido de una serie de episodios de ataques de pánico y cualquier cosita me parecía un dramón de telenovela. Así y todo fuimos igual.
Cuando llegamos al departamento nos recibió el encargado, que de casualidad era argentino. Nos dijo que la dueña estaba ordenando un poco porque recién había terminado de pintar. Esperamos como media hora y nos recibió.
No te explico la cara de desconcierto de la dueña. Era una mujer de rasgos orientales, muy delicada en su hablar, que obviamente no esperaba una pareja sino un par de chicas! Mi amiga en ningún momento aclaró que se trataba de un hombre y una mujer y todos dieron por supuesto que se trataba de dos mujeres. Ingresamos al lugar y charlamos un poco con Kumiko, así se llamaba, y nos dimos cuenta de que ella no pensaba abandonar el departamento, que tendríamos que compartirlo! No te explico nuestra cara de desconcierto.
La llamé a mi amiga inmediatamente para que en forma urgente me hiciera el favor de buscarme otro lugar porque ni en pedo nos pensábamos quedar ahí. Ella llamó a la señora con la cual había arreglado la reserva y le dijo de todo, entre otras cosas que era una mentirosa. La señora se ofendió muchísimo y directamente me llamó a mí y me dijo que abandonara el lugar inmediatamente, que ella en ningún momento nos había mentido y qué se yo. Se notaba que estaba muy indignada con mi amiga, y para variar, me estaba gritando!!
Colgué y me largué a llorar porque no podía resolver la situación, me imaginaba que íbamos a terminar en cualquier pocilga, comidos por las pulgas y todo. Mi marido algo entendía porque yo había hablado en castellano, pero Kumiko no entendía nada. Y aunque hubiera entendido, no le entraba en la cabeza el por qué de mi llanto. Pobre, trataba de consolarme, no sabía qué hacer.
Afortunadamente mi amiga nos consiguió una habitación de hotel cerca del Empire State por un precio similar porque estaban haciendo unas reformas en la fachada y entonces rápidamente nos despedimos de Kumiko, le agradecimos su amabilidad, juntamos nuestras cosas y huímos de ahí.

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2 comentarios:

A las 17 de octubre de 2007, 7:59 , Blogger El Analista ha dicho...

Si supieras en los lugares en los que me aloje en España, juas, se te cae la peluca. Un besote

 
A las 17 de octubre de 2007, 8:37 , Blogger | Perla | ha dicho...

Podrias explayarte algun dia asi me rio un rato...

 

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