lunes, 26 de noviembre de 2007

Ataques de pánico - I

Justo cuando creía que mi vida no podía ser mejor tuve ataques de pánico. Al principio fueron hechos aislados que percibí como sustos. Mi corazón se aceleraba, sentía un sudor frío en la espalda y en las manos y sobre todo mucho miedo.
Una noche en que no me podía dormir comencé a temblar, como si tuviera frío, y por más que me abrigaba no conseguía parar. Mis mandíbulas estaban tensas, apretadas, no había forma de relajarlas. Mi corazón latía a mil por hora, me transpiraba todo el cuerpo, y sentía miedo. Era un miedo sin un objeto específico, una mezcla de miedo a la muerte y miedo a lo desconocido. Lo llamé a mi papá (que vivía a 120 km) y le pedí que viniera a buscarme. Mientras esperaba mi desesperación era tal que lo único que atiné a hacer fue una lista con las cosas que quería hacer en el corto plazo. Ahora no me acuerdo lo que escribí pero eran cosas simples, del tipo: “pintar de rosa la repisa de la biblioteca”.
Hacía unos días le había dicho a mi jefe que no estaba trabajando bien, que no sabía qué me pasaba pero que no me sentía bien. Otro día sufrí mareos. El me dijo que sabía que eran tiempos difíciles y que estábamos dando mucho de nosotros pero que fuera al médico para descartar cualquier enfermedad.
Los días subsiguientes fueron una pesadilla. Mis lágrimas no tenían fin, lloraba por todo, por nada, sentía mucho miedo. Además uno se siente limitado porque no quiere salir por ahí y sufrir un ataque de repente. Hice tratamiento con una psicóloga y con un psiquiatra. Tomé pastillas durante un año y medio, hice yoga y salí adelante.
Investigando aprendí que esto se llama trastorno de ansiedad, hay diferentes tipos y mucha gente que lo sufre. Uno cree que está cara a cara con la muerte y sin embargo todos los resultados de los análisis son normales. Y por más que te lo expliquen lleva tiempo asumirlo y aprender a controlar los ataques. Hay técnicas que sirven pero en mi caso no fue soplar y hacer botellas, tuve que practicar e ir ganando seguridad paso a paso.
Pero se sale.
Hace unos días le pasó algo parecido a mi hermana. No sé si tan fuerte como a mí pero se asustó. Mi papá ya está canchero, pobre. Entre las dos no hacemos una.

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1 comentarios:

A las 3 de diciembre de 2007, 20:17 , Blogger El Analista ha dicho...

Tu viejo es un santo. No llego siquiera a ser capaz de imaginarlo, definitivamente no te envidio eso-

 

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