lunes, 24 de septiembre de 2007

Luna de miel



Hoy estuve pensando en nuestra luna de miel.
Recuerdo estar parada el día del casamiento en medio del jardín de mi casa, a las 8 de la mañana, mirando el cielo encapotado y contemplando un remolino de nubes negras amenazantes. Afuera llovió a baldes. Y dentro de la iglesia llovieron mis lágrimas.
La fiesta fue espectacular, todos los asistentes coincidieron en que el efecto “lluvia + champagne” hizo que el baile fuera aún más animado que en otras fiestas (nocturnas). A nosotros dos se nos pasó volando. Como siempre me quedé con hambre. Es imposible comer y atender a los invitados.
Volvimos a Buenos Aires en un remise, medio atontados por tantas emociones juntas y rogando que parara de llover. Una siesta rápida y a tomar el avión a la madrugada, con la lluvia como compañera.
Escala en Santiago, llegada a México, y más lluvia. Cesó luego de dos días en los que aprovechamos para comer y tomar todo lo que nos ponían delante, como en cualquier all-inclusive. Nunca encontramos las playas de las fotos pero estábamos seguros de haber elegido el rumbo correcto para formar nuestra familia. Siempre caminando de la mano. Espero que la muerte sea lo único capaz de separarnos.
Por ahora somos tres.

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1 comentarios:

A las 24 de septiembre de 2007, 18:20 , Blogger El Analista ha dicho...

nada, solo decir que es un deseo muy dulce y envidiable. Que se cumpla.

 

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